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Ruinas de la ermita de San Vicente mártir.

Prólogo.

La población de Segura de la Sierra se encuentra bajo la protección de San Vicente, diacono y mártir; su patronazgo se debe a que  la villa fue conquistada por Alfonso VII el 22 de enero de 1214, festividad del santo.

En la antigüedad existía próxima al pueblo una ermita dedicada al santo, pero en 1810 las tropas francesas, que se encontraban en retirada a Francia, entraron en el pueblo y lo saquearon. Entre otras atrocidades, saquearon y posteriormente incendiaron la ermita. En la actualidad, en el monte San Vicente, al pie de la era del Corso, se ubican las ruinas de lo que fue la ermita. Algunas vecinas del pueblo nos contaron que hace años un sacerdote que había en el pueblo, cuando llegaba la festividad del santo, subía con los niños de Segura al monte, llevando todos consigo una piedra en la mano, con el fin de poder algún día reconstruir la ermita.


    Hace unos pocos años, un grupo de vecinos del barrio de San Vicente decidió recuperar la fiesta del santo con celebraciones religiosas y lúdicas. Cada año la fiesta ha ido a más y lo más importante es que han sabido con su imaginación y trabajo unir en la fiesta a todos los vecinos del pueblo y a numerosos visitantes.


    Esta ruta tiene por objeto dar a conocer las ruinas de la ermita, como sería ésta en su origen, la historia del santo, cómo se desarrolla la festividad y, por último, ofrecer una propuesta para la recuperación de la ermita. Esto último es una utopía, o tal vez no, el castillo de Segura resurgió de sus ruinas y en la actualidad se encuentra totalmente restaurado.


Traza de la ruta a las ruinas de la  ermita de San Vicente.

Restos de la ermita de San Vicente.

En 1810, las tropas napoleónicas en retirada convirtieron a Segura de la Sierra  en un gran brasero. La ermita de San Vicente, situada en un monte próximo al pueblo, tampoco se libró del saqueo y quedó arrasada;  hoy tan sólo existen ruinas.


Muros de cerramiento.

Muro exterior explanada.

El solar que ocupaba la ermita estaba rodeado de un muro de piedra suelta de un metro de altura, con unas escaleras de acceso frente a la puerta de entrada.


Cómo pudo ser la ermita.

La ermita debió tener una estructura formada por cerchas y correas en madera de pino, y cubierta de teja árabe. La observación de los restos de los muros de carga nos dice que habría una pequeña puerta de acceso en una de las paredes maestras que dan al pueblo y otra puerta de mayores dimensiones en la pared lateral. La entrada de luz al interior de la sala se produciría a través de ventanales.




Vista de Segura de la Sierra desde el monte de

San Vicente.

San Vicente, diácono y mártir.

San Vicente es el patrón de Segura de la    Sierra. Su patronazgo se debe a que la villa fue conquistada por Alfonso VII el 22 de enero de 1214, festividad de San Vicente.

Su imagen se venera en el templo parroquial de Ntra. Señora del Collado en Segura de la Sierra.


Vida y obra de San Vicente mártir.

Diácono y mártir,(+ 304)


     Vicente, el Victorioso, es uno de los tres grandes diáconos que dieron su vida por Cristo. Junto con Lorenzo y Esteban - Corona, Laurel y Victoria - forma el más insigne triunvirato. Cubierto con la dalmática sagrada, ostenta entre sus manos la palma inmarcesible de los mártires invictos; este mártir celebérrimo en toda la Cristiandad, encontró su panegirista en San Agustín, San León Magno y San Ambrosio. Y tuvo su cantor en su compatriota Prudencio, que dedicó el himno V de su Peristephanon al "levita de la tribu sagrada, insigne columna del templo místico".

      Vicente descendía de una familia consular de Huesca, y su madre, según algunos, era hermana del mártir San Lorenzo. Estudió la carrera eclesiástica en Zaragoza, al lado del obispo Valero. "Nuestro Vicente", cantará Prudencio, vindicando esta gloria para Zaragoza, la ciudad de España que tuvo más mártires. San Valero, que tenía poca facilidad de expresión, le nombró Arcediano o primer Diácono, para suplirle en la sagrada cátedra.

   Estamos a principios del siglo IV, en la décima y más cruel persecución contra la Iglesia, decretada por Diocleciano y aplicada en España por Daciano. Las cárceles, que estaban reservadas antes para los delincuentes comunes, pronto se llenaron de obispos, presbíteros y diáconos, escribe Eusebio de Cesarea. Era la táctica seguida fielmente por Daciano. Al pasar Daciano por Barcelona, sacrifica a San Cucufate y a la niña Santa Eulalia. Cuando llega a Zaragoza, manda detener al obispo y a su diácono, Valero y Vicente, y trasladarlos a Valencia. Allí se celebró el primer interrogatorio. Vicente responde por los dos, intrépido y con palabra ardiente. Daciano se irrita, manda al destierro a Valero, y Vicente es sometido a la tortura del potro.Su cuerpo es desgarrado con uñas metálicas.

      Mientras lo torturaban, el juez intimaba al mártir a la abjuración. Vicente rechazaba indignado tales ofrecimientos. Daciano, desconcertado y humillado ante aquella actitud, le ofrece el perdón si le entrega los libros sagrados. Pero la valentía del mártir es inexpugnable.
 Exasperado de nuevo el Prefecto, mandó aplicarle el supremo tormento, colocarlo sobre un lecho de hierro incandescente. Nada puede quebrantar la fortaleza del mártir que, recordando a su paisano San Lorenzo, sufre el tormento sin quejarse y bromeando entre las llamas. Lo arrojan entonces a un calabozo siniestro, oscuro y fétido "un lugar más negro que las mismas tinieblas", dice Prudencio. Hasta el carcelero, conmovido, se convierte y confiesa a Cristo. Daciano manda curar al mártir para someterlo de nuevo a los tormentos. Los cristianos se aprestan a curarlo. Pero apenas colocado en mullido lecho, queda defraudado el tirano, pues el espíritu vencedor de Vicente vuela al paraíso.

     Era el mes de enero del 304. Ordena Daciano mutilar el cuerpo y arrojarlo al mar. Pero más piadosas las olas, lo devuelven a tierra para proclamar ante el mundo el triunfo de Vicente el Invicto. Su culto se extendió mucho por toda la cristiandad.


Procesión de San Vicente por las calles de Segura de la Sierra.

Fiesta en el barrio de San Vicente.

El día se inicia con una diana floreada por las calles de Segura a cargo de la agrupación musical Los Pizarrines, de Génave, para terminar en Puerta Nueva con salvas de cohetes, que le recuerdan al vecindario el día de fiesta en honor a su Patrón San Vicente.


En la Puerta Nueva, los vecinos se reúnen a desayunar con chocolate y tallos de la tierra. Los Pizarrines amenizan la fría mañana con su música.


Fiesta en el Barrio de San Vicente.

A las 12 de la mañana en el templo parroquial de Ntra. Señora del Collado se celebra la eucaristía en honor a San Vicente Mártir. Posteriormente será procesionada su imagen por las calles de Segura.


Desde muy temprano, las vecinas del barrio preparan el guiso y las mesas en la Serradora para el mediodía, y los hombres, el fuego para la noche.


Fiesta en el barrio de San Vicente.

En la Serradora se celebra el pregón de la fiesta. Este año corrió a cargo del periodista José Carlos Santoro,  hijo del fallecido Santiago Santoro, maestro y periodista en Orcera,  persona  muy querida en Segura. Continuó la fiesta con una comida preparada por los vecinos del barrio para todos los segureños. Los Pizarrines animaron la fiesta durante toda la tarde.

   Por la noche hubo una gran verbena amenizada por Los Fusis de Segura.


Recreación virtual de la nueva ermita de San Vicente.

Agradecimientos:

A nuestro amigo Toni Pascual, segureño, que nos acompañó en la localización del lugar, a la visita de los restos de la ermita y nos ayudó a deducir cómo pudo ser la edificación antes del saqueo de las tropas francesas, y a José Javier Liebana Negrillo, delineante, que con su buen hacer y de manera desinteresada ha recreado virtualmente la ermita de San Vicente.


En visita realizada a Segura por los “visitadores” de la Orden de Santiago, dicen, y así quedó reflejado en el inventario de la ermita,  que en su interior había:

-  Un cuadro de San Vicente al óleo, colgado en la pared.

-  Una gran lámpara de pié.

-  Un altar con manteles.

-  Y una chimenea a la entrada  de la ermita a la izquierda, para que se calentara el “ESTERO”, debido al frío tan intenso que hacía en el monte.


PD: Está información me la ha dado D. Francisco Gómez Cabeza, investigador, que la ha leído en el libro de visitas de la Orden, que se encuentra en el Archivo General de Murcia, después de traducir el texto del castellano de la época.


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